Mirar la política educativa con bola de cristal (pero sin brujería)


Mi tesis todavía está en construcción, como buena obra guatemalteca: ya tengo los planos, los cimientos y hasta un render bonito, pero falta que la supervisión no me cambie el presupuesto. Eso sí, la meta está clara: que la política educativa deje de ser cortoplacista y aprenda, como cualquier buen maestro, a enseñar pensando en el futuro.

Hacer una tesis doctoral es como cocinar con ingredientes que uno no conoce bien: a veces parece que va a salir un plato gourmet y otras que terminará siendo un atol grumoso. Yo empecé con una olla gigante: quería reformular todo el modelo de planificación pública de Guatemala, ¡así de ambicioso! Mi título inicial era tan largo que me quedaba sin aire antes de terminar de leerlo. Y claro, mi tutora me miraba con cara de: “Pedro, respira, que aquí no estamos escribiendo la Constitución”.

Así que poco a poco fui achicando la receta. Dejé de querer abarcar todas las políticas y me quedé con la educativa, que es la que de verdad me mueve desde la docencia. Igual, no crean que fue fácil. Cada vez que yo llegaba con una nueva versión, mi tutora hacía preguntas que parecían baldes de agua fría: “¿Qué significa para ti pensar pedagógicamente en el futuro?”. Y yo me quedaba como alumno al que le preguntan en clase justo cuando estaba copiando la tarea: “Profe, déme chance, ahorita se lo explico”.

Pero esas preguntas socráticas hicieron su magia. De repente entendí algo obvio pero poderoso: cuando enseñamos, lo hacemos siempre para el futuro. Entonces, ¿por qué la política educativa en Guatemala no hace lo mismo? Y ahí nació el giro: hablar de prospectiva pedagógica. No es brujería, ni futurología de feria. Es reconocer que la política también debería proyectar escenarios: los posibles, los probables y los deseables. Porque si no, seguimos parchando el presente y olvidando el mañana.

Mi título hoy, mucho más corto y digerible, es:

“Política educativa en clave de complejidad y prospectiva pedagógica: construcción social de futuro en Guatemala”.

Lo bonito de este título es que junta tres ingredientes clave: la complejidad, porque nada en educación es lineal ni simple; la prospectiva pedagógica, porque el futuro debe pensarse también desde el aula; y la construcción social de futuro, porque no se trata de mi idea iluminada, sino de imaginar colectivamente hacia dónde vamos.

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