Llamado a la cordura democrática

Guatemala enfrenta un nuevo intento de ruptura del orden constitucional. El presidente Bernardo Arévalo lo ha dicho con claridad: lo que está en juego es el cimiento mismo de la democracia. Ante los ataques coordinados desde instituciones capturadas, su respuesta ha sido firme pero serena: defender la legalidad sin ceder al miedo ni al autoritarismo.

Desde la sociedad civil, la academia y los espacios de pensamiento, es momento de hacer autocrítica. En medio del ruido, muchos hemos contribuido, quizá sin querer, a amplificar la incertidumbre. Se ha llegado incluso a sugerir que el respeto del presidente a la ley es debilidad o inacción. Pero el respeto a la ley no es tibieza; es el acto más valiente en tiempos de desorden. La verdadera causa de la crisis no es un gobierno que cumple la ley, sino los poderes que la manipulan y la violan.

El Ministerio Público y la Corte de Constitucionalidad han perdido legitimidad, pero eso no debe empujarnos a renunciar a la legalidad. La democracia se sostiene con instituciones, no con impulsos. Un gobierno que se mantiene dentro de la Constitución es el que verdaderamente la defiende, aunque su camino sea más lento y difícil.

Por eso, llamamos a los académicos, analistas y organizaciones sociales a recuperar la serenidad. La función del pensamiento crítico no es alimentar el miedo, sino sostener la razón. Defender la democracia no es exigir atajos, sino tener la paciencia y la lucidez necesarias para reconstruir la confianza en el Estado de Derecho.

Guatemala necesita cordura. Necesita voces que piensen con claridad, no que repitan el discurso del caos. La democracia se defiende con la ley en la mano y con la convicción de que ningún miedo vale más que la dignidad de un pueblo libre.

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