Guatemala es un país lleno de potencial, con personas trabajadoras, creativas y comprometidas con el bienestar de sus comunidades. Sin embargo, también es una nación que enfrenta desafíos históricos. Desde la inequidad hasta la corrupción, los obstáculos parecen insuperables, pero la esperanza y la determinación nos impulsan a trabajar por un cambio real.
He tenido el privilegio de formar parte de un proyecto político y técnico que busca enfrentar estos retos desde una visión progresista y transparente. Las políticas de infraestructura, educación, salud y empleo no son solamente áreas específicas de intervención: son políticas sociales que, bien ejecutadas, tienen el poder de cerrar la brecha entre quienes han sido históricamente olvidados y quienes lo tienen todo. En esta tarea, la lucha contra la corrupción no es opcional; es el eje transversal que permitirá construir el país que todos soñamos.
La corrupción es, sin duda, el mayor enemigo del desarrollo. Enfrentarla no es fácil y, a menudo, trae consigo ataques, acusaciones infundadas y desinformación. Pero cuando los corruptos te acusan de ser como ellos, lo hacen porque saben que has tocado sus intereses. Es una medalla de honor que evidencia que estamos en el camino correcto. No obstante, el verdadero cambio no es posible sin el apoyo decidido, no solo del pueblo, sino también de las autoridades electas, que deben asumir su papel con responsabilidad y compromiso.
En esta lucha, no estamos solos. Figuras como la ministra de Educación, Anabella Giracca, son un ejemplo de liderazgo comprometido. Su labor al frente de la cartera ha sido clave para avanzar hacia un Gran Pacto por la Educación, una meta ambiciosa pero necesaria para garantizar una educación digna, accesible y de calidad para todos. Además, el esfuerzo por la verdadera dignificación de la labor docente es un reconocimiento a quienes forman las bases del futuro de nuestra sociedad.
En el sector salud, hemos visto avances importantes. La dotación de insumos ha mejorado considerablemente, pero esto es solo el principio. La transformación del sistema de salud debe continuar, desde la mejora de las instalaciones hasta el reconocimiento de la labor de los médicos y demás personal sanitario. Solo así podremos garantizar un sistema que proteja y cuide a todos los guatemaltecos.
En el ámbito legislativo, también se han dado pasos importantes. La aprobación de iniciativas como la Ley de Competencia y la Ley de Infraestructura Prioritaria es un legado significativo de este gobierno. Estas normativas no solo marcan un antes y un después en la regulación y la inversión, sino que también sientan las bases para un desarrollo más equitativo y sostenible.
Sin embargo, todo esto solo será posible si trabajamos juntos. Las políticas no son papel; son herramientas para transformar la vida de las personas. Y esta transformación requiere el respaldo de cada sector de la sociedad: de los ciudadanos, que deben exigir resultados y comprometerse con el bien común; de los líderes políticos, que tienen la obligación de garantizar el funcionamiento de las instituciones; y de los servidores públicos, que deben actuar con ética, profesionalismo y transparencia.
Este camino no es fácil. Los ataques continuarán, pero no permitiremos que nos desvíen de nuestra misión. Porque más allá de los desafíos, está el sueño de un país en el que cada niño tenga acceso a una educación de calidad, cada persona reciba atención médica digna, y cada ciudadano pueda disfrutar de oportunidades de empleo digno y de infraestructura que facilite su desarrollo.
Guatemala tiene todo lo necesario para salir adelante: su gente, su riqueza natural y su determinación. Mi compromiso sigue firme. Seguiré trabajando con la certeza de que cada esfuerzo vale la pena, porque nada es más valioso que dejar un legado de esperanza, justicia y desarrollo para las futuras generaciones.
Por un futuro más transparente, justo y equitativo,
Pedro Pablo Melini Batres

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